Resumen:
A partir de mi experiencia en el campo del arte, os invito a un recorrido por diversas “economías de la imaginación”. Desde proyectos pioneros en el trueque, como el museo de la calle, al conocimiento libre y los comunes de Copilandia, y a la “magia saharaui del don”, probaremos un abanico de posibilidades de intercambio y donación. El arte sirve aquí de laboratorio en el que ensayar visiones alternativas, democráticas, solidarias y ecológicas que, al revés que los llamados mercados libres, vuelvan a poner el intercambio económico al servicio de la dignidad de los hombres, las mujeres, los seres vivos y la Tierra.
Saludo saharaui:
Assalam Aleikum: Paz para vosotros
Aleikum bissalam: Y paz para vosotros también
Kaifa al hal, Schkifak: ¿Cómo estás?
Bijeir: Bien
Alhamdulillah: Gracias a Dios
Yak le bes?: ¿No hay mal?
Le bes hamdulillah: No hay mal, gracias a Dios
Mashallah: Como quiera Dios
Tabarakallah: Bendición de Dios
Kaifa hal al ahl?: ¿Qué tal la familia?
Bijeir alhamdulillah: Bien, gracias a Dios
Al la fi annam: Están en buena situación
Schkif jirankum: ¿Cómo están los vecinos (beduínos)?
Maa anhum bes: No le pasa nada malo a ellos
Alhamdulillah: Gracias a Dios
Schkif haietkum: ¿Qué tal el ganado (cabras, ovejas, camellos)?
Halek schi min s-hab: ¿Ha habido algo de lluvia?
Mafkora sahal: Me han dicho que cayó al este, al norte, por allí
Schtare ga: ¿Qué hay?
Maa tari al la aljeir: No hay nada, todo bien
Alhamdulillah: Gracias a Dios
Marhaban bikum ainda aleikum: Bienvenidos a vuestra familia
Salamboha y Aziza
La hospitalidad beduína es la supervivencia de la economía primordial del don, una relación de reciprocidad. El viajero debe ser acogido (alimentado) y a su vez él debe dar algo a la familia. El invitado tiene que aceptar una especie de adopción temporal, otra cosa sería un desaire contra el adab. En estas sociedades, ser un invitado es un acto meritorio. Por tanto ser un huésped es también donar mérito o baraka.
Reparto de ayuda humanitaria
Hablamos de los saharauis, un pueblo nómada expulsado de su tierra por Marruecos. Al ser un pueblo ocupado y exiliado, las formas de vida tradicionales saharauis han sido atacadas, el gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) carece de ingresos propios y tampoco tiene la posibilidad de explotar los recursos de su país, como la minería y la pesca, por lo que su existencia depende de la ayuda exterior de instituciones no gubernamentales, de organizaciones humanitarias y de países amigos.
La ayuda internacional es una ayuda de emergencia, pero no hay que perder la perspectiva de que existe junto a las políticas de “ayuda” que perpetuan la situación económica creada por el colonialismo camufladas bajo la promesa de ayuda al desarrollo. "El viejo imperialismo - la explotación para beneficio extranjero no tiene ya cabida en nuestros planes. Lo que pensamos es un programa de desarrollo basado en los conceptos de un trato justo democrático." Discurso de toma de posesión de Harry Truman 1949. El moderno y humanitario concepto de desarrollo es una reformulación para dar continuidad al proyecto occidental colonialista o imperialista bajo la denominación marxista.
Sáhara Occidental. Federico Guzmán
He conocido la realidad del pueblo saharaui trabajando desde hace seis años en ARTifariti, los Encuentros Internacionales de Arte y Derechos Humanos del Sáhara Occidental. La proverbial generosidad y hospitalidad del pueblo saharaui es como un virus que contagia de cariño a todo el que toca. Mi amiga, la artista neoyorkina Robin Kahn, se ha involucrado desde 2009 iniciando una investigación en el arte de la cocina saharaui y en todos los aspectos de la producción de alimentos para entender cómo la mujer saharaui brinda soporte y fortaleza en una sociedad en conflicto. Robin ha vivido y cocinado con las mujeres de los campamentos de refugiados cerca de Tinduf, Argelia, durante un mes.
Un libro de cocina saharaui. Publicado por Autonomedia, NY. Robin Kahn 2009
Durante ese periodo tiempo, cada familia recibe normalmente de la ayuda humanitaria internacional: un kg. de lentejas, de alubias, de pasta, de arroz, de leche en polvo y un litro de aceite por persona. También un saco de harina y una bombona de butano. Los demás alimentos, carne, verduras, fruta, etc. si no tienes dinero, no se consumen. Durante su estancia en los campamentos, Robin ha producido un diario culinario titulado Dining in Refugee Camps (Cenando en los campamentos de refugiados) que habla del esfuerzo, la generosidad y la creatividad para el sustento y cuidado de la vida cotidiana.
The Art of Sahrawi Cooking. Instalación en la Documenta 13. Robin Kahn 2013
Su siguiente proyecto, The Art of Sahrawi Cooking (El Arte de la cocina saharaui) para la Documenta de Kassel, crea el ambiente de una jaima familiar, donde presenta a cada invitado y asistente la resiliencia duradera y la creatividad natural de un pueblo que, con pocos medios, se inspira en el sueño colectivo de la recuperación de su patria y de su derecho a la libre autodeterminación.
La mujer saharaui
Como Robin explica: “la mujer saharaui tiene derecho de propiedad sobre la jaima y el ganado. Ella está a cargo de la vida social, cultural y familiar. Desplazadas, pero no derrotadas, las mujeres saharauis entienden la importancia de dar un sentido de hogar a un pueblo desterrado. Ellas presiden el conjunto familiar, transformando sus tiendas en santuarios comunitarios. Con pocos enseres, las mujeres usan la hospitalidad y la generosidad como estrategias para embarcar a los huéspedes en la conversación, invitándolos a conocer, no sólo la lucha del pueblo saharaui, sino a través de la belleza de la creación, apreciar la capacidad del arte para construir un mundo nuevo y mejor”.
El proyecto de Robin activa una economía del don que sigue fielmente el lema de aquella inscripción latina en el Krac de los Caballeros, un castillo templario en Siria: Sit tibi copia, sit sapientia formaque detur, inquinat omnia sola superbia si comitetur. “Sea contigo la abundancia, la sabiduría y la belleza, todo será ceniza si lo toca la soberbia”.
Arte = capital. Técnica mixta / papel. 21 x 29 cm. Federico Guzmán, 2008
Esta abundancia de bienes espirituales es la que Joseph Beuys imagina para el futuro cuando señala: “el CAPITAL es hoy el trabajo que sostiene la habilidad. El dinero sin embargo no es un valor económico. Los dos valores económicos genuinos los constituyen la conexión entre habilidad (creatividad) y producto. Eso explica la fórmula que presenta el concepto expandido de arte: ARTE=CAPITAL”.
Estan son las conocidas ecuaciones ARTE = CAPITAL o CREATIVIDAD = CAPITAL que Joseph Beuys garabatea a menudo en sus trabajos. Estas fórmulas pueden ser entendidas como anotaciones referenciales de sus ideas, que conciben el arte y la creatividad como la producción de “bienes espirituales”: riqueza y abundancia que son la nueva moneda de cambio para la transformación de la sociedad que él visualiza. Es precisamente este paradigma de la abundancia del que habla Beuys, opuesto a la economía de la escasez y la plusvalía, y que afirma la economía igualitaria del don, el que acompaña hoy en día a buena parte de los conocimientos y bienes culturales dotados gracias a la técnica de una enorme cercanía y accesibilidad.
Identificándonos con la mula Taína, ese animal de tierra, lento y resiliente, con gran capacidad de carga, siento el arte como un proyecto colectivo itinerante que transporta un cargamento de bienes comunes, atravesando selvas y desiertos de regreso al futuro. En las palabras de Walter Benjamin: "el origen no significa el proceso de llegar a ser a partir de aquello de dónde se ha emergido, sino aquello que emerge del proceso de llegar a ser y desaparecer, el origen como flujo del devenir. Nuestro pasado y nuestra historia son al mismo tiempo nuestro futuro".
Taína en el museo de Tifariti. Sáhara Occidental. Federico Guzmán, 2008
El taller ARTE = CAPITAL dentro del festival Regreso al futuro, del colectivo Zemos 98 de Sevilla, plantea un enfoque sobre la inteligencia colectiva y los comunes que une lo ancestral con lo futurista y lo virtual con lo terrenal. A lomos de la mula Taína, una figura en goma espuma adornada con talabartería tradicional, se intercambian documentos digitales y todo tipo de objetos y mensajes. Taína es la mascota de nuestro taller y animal de carga y descarga en este intercambio de conocimientos. Su cargamento abre un espacio de propagación e intercambio de imágenes y textos donde el visitante esta invitado a manipular la obra que otros artistas ceden al dominio publico y elaborar algo nuevo a partir de ella, convirtiéndose por tanto en artista. Cuestionando los solemnes papeles de “autor” u “original”, el proyecto es un manifiesto por la libre creación que plantea los profundos dilemas e interrogantes de un futuro que ya nos ha alcanzado.
Desde los abundantes territorios del conocimiento común venimos siguiendo la llamada de una planta fantástica: el quimérico tomaco. En el camino hemos aprendido que el tomate y el tabaco son plantas originarias de Abya Yala, “la tierra en plena madurez” como la gente Kuna han llamado ancestralmente al continente americano, donde se han cultivado desde hace milenios. Uniendo su tallos y compartiendo su clorofila, las frutas de tomate crecen en raíces de tabaco, y funden sus nombres, mitos y genealogías. El tomate, sustancioso alimento, es el cuerpo; y el tabaco, planta sagrada y droga poderosa es el espíritu. El alimento del tomate y la medicina del tabaco coexisten discurriendo por su savia.
Cultivo de tomaco en Dos Hermanas. Sevilla, 2005
Mi amiga Pililli canta en su Tomaco Bamba Wote:
Tomaco canta a Luna Llena y me llama con su voz
Me enseña cantando al oído y directo al corazón
Existes porque resistes en un campo de dolor
Riégame con tu sangre, cúltivame con amor
Sus raíces nuestros ancestros, sus frutas nuestro manjar
Tomaco orgánico, enteógeno, permacultural
La planta profesora enseña con amor
Cantando suave al oído y directo al corazón.
El latido de la tierra. Jardín de permacultura. La Ruta del Arte, Almonaster la Real. Federico Guzmán, 2012
Nuestra planta fantástica ha arraigado en el corazón de esta comarca. El latido de la tierra es un jardín comunitario ubicado en Almonaster la Real, formado por plantas aromáticas, locales, comestibles y medicinales que se expande en la forma de onda del corazón, comunicando su energía al entorno. El proyecto es un bancal espiral que se eleva sobre el nivel del terreno en su parte central. Su forma orgánica acumula y difunde las energías vivas de la tierra. Este jardín en el centro del pueblo de la sierra de Huelva integra armónicamente la vivienda y el paisaje según los principios sostenibles de la permacultura. El jardín acoge el Aula de naturaleza de la Universidad Rural Paulo Freire de la Sierra de Huelva, un taller donde trabajar en la cultura de las plantas y cultivar el amor por la naturaleza.
Sombra de tomaco. Técnica mixta / papel. 21 x 29 cm. Federico Guzmán, 2009
Este jardín está inspirado en la intución del corazonar. En todas las culturas existe una tradición de percepción directa de la naturaleza a través de la “inteligencia del corazón”. Esta inteligencia es un flujo de conciencia, entendimiento e intuición que experimentamos cuando la mente y las emociones se alinean en coherencia con el corazón. Los estímulos eléctricos, electromagnéticos, magnetismos y radiaciones de un cuerpo pueden ser percibidos por una persona por resonancia. Descubrimientos recientes en neurociencia han demostrado que un 50 por ciento del corazón humano está formado por neuronas. El corazón es, de hecho, un cerebro en toda regla. La percepción centrada en el corazón puede ser extraordinariamente precisa y detallada en su capacidad para recoger información, tal como afirman los sabedores tradicionales e indígenas.
La alianza del tomaco y el latido de la tierra proponen señas de un camino de sabiduría. El camino del corazonar. Como enseñan ciertas filosofías andinas, el ser humano es una hebra del tejido de la vida y nuestro pensamiento siempre busca su par. Nuestro orden cósmico es un pari-verso, regido por la proporcionalidad, la reciprocidad y la complementariedad. La relación entre dos sólo es posible en el dia-logo y el consenso, y este diálogo debe buscar la equidad para el equilibrio dinámico que es la vida misma.
Cartel de Copilandia. Victoria Gil, 2005
En una vuelta del camino llegamos con Taína junto a un río. Hasta aquí han llegado noticias de Copilandia, una exposición de obras libres de propiedad intelectual contribuídas desde todo el mundo, que ha soltado amarras equipada con materiales artísticos, copiadoras, computadores y sistema de sonido, invitando a los visitantes a multiplicar, propagar y celebrar un intercambio libre de arte y conocimiento. El proyecto concebido como un foro abierto y dinámico, presenta las contribuciones de más de trescientos artistas y asociaciones, poetas, músicos, escritores, dj’s, hackers, abogados, psiconautas, hechiceros, magos y anarquistas.
Presentada originalmente como parte del Festival Sevilla Entre Culturas (2005-2006), Copilandia es una intervención pública del colectivo GRATIS que se ha alojado durante doce días en un barco pirata fondeado en el río Guadalquivir frente a la Torre del Oro. Copilandia es una isla libre de propiedad intelectual que flota con los movimientos tectónicos de la cultura. Nacida del intento de abrir un espacio colectivo de creación, Copilandia se alimenta de las energías de trabajadores culturales en apoyo de una economía alternativa, si bien temporal, del don.
Asumiendo la naturaleza pasajera de la experiencia, acoger el proyecto en un barco nos ha parecido el contexto más resonante en este preciso momento. Copilandia no es un espacio neutro. GRATIS lo declaró una utopía pirata que todo el mundo puede libremente abordar, ocupar e infiltrar. Como artistas, estamos buscando entre los diferentes caminos de intervención cultural, junto a colectivos y personas afines, la fórmulas mas eficaces para promover la libertad cultural; y por nuestra continuidad en una línea de tiempo que se extiende simultáneamente en el pasado, el presente y el futuro. Nadie puede predecir a dónde este viaje nos va a llevar.
Charla en Copilandia
Nada más soltar amarras el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, nuestras expectativas se han desbordado. La noticia de la llegada de un bajel pirata a la ciudad con un rico cargamento para tomar, copiar o intercambiar ha corrido como un reguero de pólvora. Durante la corta duración del evento, una gran cantidad de amigos, familias, turistas y curiosos están llegando a Copilandia a ver qué tesoros pueden encontrar bajo las banderas que ondean “copia y libertad”. Todos los días hay eventos programados y espontáneos incluyendo conciertos y dj’s, mesas redondas, tertulias, presentaciones de libros, performances, talleres de recetas y de software libre, karaokes y sesiones de magia. Agotados pero contentos, los miembros de GRATIS están a bordo para asistir a los visitantes presentando los diversos trabajos de música, vídeos, dibujos, libros, fotos, poemas, panfletos y proclamas, y ayudándoles a fotocopiar, descargar o grabar copias de todo ello, o mejor aún, hacer sus propias aportaciones y recombinaciones.
Bandera de Copilandia. GRATIS, 2005
En los múltiples encuentros con la gente, una de las preguntas más comunes suele ser: ¿si tú trabajas por amor al arte, de qué vas a comer, o con qué vas a pagar la renta? Respondemos que promover una forma más libre de circulación del propio trabajo no significa renunciar a todos nuestros derechos como artistas, ni Copilandia se opone a una justa retribución para cualquiera. Se trata más bien de entender que podemos participar en múltiples economías culturales. Además, el valor del arte se crea y comparte colectivamente. Un dominio público amplio beneficia tanto a los autores como a la sociedad, y es el paradigma de la abundancia el que acompaña a los conocimientos y los bienes culturales en una época en que podemos imaginar el acceso universal a la cultura.
Jornada anarquista en Copilandia
La cuestión importante con la que nos enfrentamos como artistas es dar continuidad a las iniciativas más allá del corto plazo. Como ciudadanos activos, los artistas visibilizamos la transformación social a través de representaciones y obras. Sin embargo hemos tenido poco éxito frente a la destrucción de las políticas públicas, la continua violación de derechos humanos, el militarismo o el expolio de la tierra. Tampoco hemos conseguido insertar nuestros valores e ideas en un marco de trabajo político más amplio. Reconociendo que estas son fallas crónicas de nuestro sistema del arte, no las vivimos como un trauma, sino que nos hemos adaptado reconfigurando el sentido de nuestro trabajo para centrarnos en acciones más pequeñas, más autónomas y con resultados más factibles.
Copilandia es un experimento que demuestra que trabajar por amor al arte funciona. Sin embargo nuestra isla descolonizada sólo existe y tiene sentido en relación a lo que la rodea. La cuestión ahora es ampliar el don y ver que herramientas nos puede aportar para desenvolvernos en las realidades que confrontamos en otros sitios cada día.
Crear bienes comunales no es un asunto temporal. La construcción de un lugar donde las herramientas, ideas y proyectos son compartidos y el dinero no ejerce poder es un experimento emocionante y profundamente necesario, pero para que funcione sería necesario que volvamos a definir lo que hacemos como artistas. Tendríamos que ir más allá de una mentalidad demostrativa y de un solo modo de producción, y construir una presencia más permanente orientada a ofrecer bienes y servicios, tangibles e intangibles, que la sociedad no proporciona actualmente. Puede que tengamos que saltar más allá de los paradigmas a corto plazo, porque trabajar en el lugar, la longevidad y la responsabilidad son los mayores facilitadores de comunidad. También, podría tener sentido tratar de redefinir el mérito como una consecuencia de la participación en la comunidad, en lugar de la reputación individual, y encontrar nuevas maneras de hacer útil nuestra creatividad.
Dibujo del taller de Copilandia en Cali. Lápiz / papel. 21 x 29 cm.
Estas reflexiones acompañan nuestro viaje mientras Copilandia llega a Cali con el Festival de Performance de Helena Producciones. En Colombia se ha abierto la discusión en torno al TLC, Tratado de Libre Comercio con EE.UU., acuerdo que allanará el camino para la entrada la agroindustria norteamericana en prejuicio del pequeño agro local, para la mercatilización de la cultura y la educación, la reevaluación a la larga de patentes farmaceúticas y una larga lista de acuerdos a favor del gran capital.
Hemos propuesto una acción en torno a todo esto. Para ello colocamos una gran cantidad de frutas y hortalizas formando un círculo en el suelo como si fuera una especie de ofrenda. Entonces entra en escena el segundo elemento, una estruendosa aplanadora que amenaza con aplastar los frutos de la tierra. La situación recuerda a un potlatch, la ceremonia indígena norteamericana de donación donde los regalos pueden llegar a ser destruidos como exhibición de poder y estatus social.
Violento mercado. VI Festival de Performance de Cali. Federico Guzmán, 2007
Utilizar un elemento tan fuerte como el de la máquina supone intensificar la situación hasta un punto en que uno no puede permanecer indiferente. En un momento dado, todo el mundo empieza a jalear a la máquina mientras recogen la fruta del suelo, quitándola del camino para salvarla, al tiempo que llenan las mochilas. El público se rebela contra el aplastamiento de la comida, porque le parece un acto muy duro el hecho de destruirla. Digamos que la opción de la gente, la reacción de abrir ese camino, también significa abrir un espacio mental donde entra en juego lo anárquico y lo comunal. Cuando el arte funciona se convierte en una experiencia pedagógica, no porque nos instruya sobre una realidad social y cultural determinada, sino por permitirnos a cada uno sacar nuestras propias conclusiones a partir de una situación colectiva de aprendizaje.
La herramienta en este caso es la alegoría de la fruta y la máquina, una dialéctica que permite profundizar en el conflicto entre ecología y economía, en sus incompatibilidades lógicas y conceptuales y también en las propuestas que se están formulando para buscar nuevos caminos basados en la conciencia de que el planeta es irremediablemente finito.
Numerosos ecologistas han señalado la etimología común que relaciona a economía y ecología. El prefijo eco, proviene de la raíz griega oikos, que significa casa, patrimonio o dominio. La eco-nomos es la norma para administrar el dominio. El eco- logos es el principio subyacente, el espíritu, la razón de todo. Los seres humanos, los animales, las plantas; la tierra y el agua que los rodea, sus interacciones, forman todos parte de la misma realidad física, del mismo dominio.
Dada la raíz griega, cabría pensar que se consideraría que el Logos es el mayor de los dos y estaría por encima del Nomos. Normalmente el espíritu y el principio subyacente deben ser superiores y definir las normas y reglamentos, de forma que la eco-Logos sería la fuerza que guía la economía. Pero no ocurre así con la economía capitalista globalizada, que impone las normas a la sociedad. Las fuerzas del mercado conforman la mayor parte de nuestras relaciones tanto entre nosotros como con el mundo natural. La eco-nomos, la economía globalizada, el mercado, se niega a ir detrás del Logos ni de ninguna otra cosa. El Nomos reivindica la autoridad planetaria.
Enfrentar el callejón sin salida ecológico y social del crecimiento ilimitado en que nos encontramos exige un replanteamiento radical de nuestra visión del proceso económico. El nuevo paradigma de la bioeconomía ha surgido como consecuencia de la alerta ecológica. No se trata de una rama particular de la economía, es toda la economía la que debe inscribirse al servicio de lo humano y lo viviente. Su finalidad es integrar el metabolismo global de la humanidad en el entorno limitado de la biosfera del planeta Tierra, “naturaleza” surgida tras muchos miles de años de coevolución de la vida y de la Tierra de la que la especie humana es momentáneamente heredera.
Miss Malandra. Técnica mixta / cartón. 150 x 400 cm. Federico Guzmán, 2007
El concepto de “desarrollo sostenible” ha respondido inicialmente a la esperanza de nuestro mundo de un desarrollo exponencial de productos y servicios sin perder la buena conciencia. Desde la perspectiva bioeconómica el crecimiento económico y demográfico mundial no solamente debe ser estabilizado, sino invertido. El objetivo es el decrecimiento si la humanidad desea salvaguardar sosteniblemente la habitabilidad de la biosfera.
Esta dialéctica de creación y destrucción, incluso de sacrificio, está directamente conectada con rituales como el potlatch, y con acciones de redistribución de riqueza en ceremonias de donación comunal. Para las culturas indígenas que lo practican, el intercambio del potlatch tiene un significado político, económico y social. El sentido no utilitario de este tipo de acciones podrían relacionarse con lo lúdico. Johan Huizinga ha investigado en su libro Homo Ludens como el juego es un elemento importante de la cultura y la sociedad. En su obra sugiere que el juego es una condición previa y necesaria para la generación de cultura. El historiador traza una conexión entre juego y aprendizaje que luego han desarrollado otros. “Que mi juego sea mi aprendizaje y mi aprendizaje sea mi juego” es toda una declaración de intenciones con la uno se puede identificar plenamente.
museo de la calle. Cambalache en Bogotá, 1998
Este es el espíritu que ha inspirado el museo de la calle, del colectivo Cambalache. Trabajamos juntos desde 1997, cuando nos conocimos en la universidad en Bogotá y fue amor a primera vista. Con un deseo expreso de hacer arte a través del intercambio con otras personas, hemos emprendido una búsqueda de momentos íntimos en el espacio público y de “hechos poéticos” que significan las relaciones humanas y sociales de la vida cotidiana urbana.
A toda mecha. Salón de belleza. Promociona tu vida cotidiana, 1998
Después de algunas acciones de “juego en el espacio público” para pensar en los usos de la calle, A toda mecha ha sido nuestra primera actividad organizada; un salón de belleza itinerante para los habitantes de la Calle del Cartucho, uno de los sectores más arruinados de Bogotá. El colectivo ha trabajado en el centro de salud del barrio ofreciendo servicios de peluquería y estilismo a todo el que se atreva a pasar por nuestras manos. Durante varias semanas se han dado intensos encuentros con gente desconocida que por un rato comparten sus historias de vida en un ambiente tranquilo.
museo de la calle. Cambalache en Bogotá, 1998
La experiencia de sumergirnos en un mundo del revés nos lleva a cuestionar mucho de lo que nos habían enseñado sobre la institución del arte y los artistas y su papel en el mundo real; sobre el mercado, las rutinas y el prestigio. Con muchas preguntas y deseos empezamos a reunirnos con el museo de la calle, un proyecto de cambalache y redistribución informal que ha promovido el reciclaje cultural y el intercambio no monetario de bienes y servicios. La cuestión es “qué tienes tú que ofrecer y qué te puede interesar de lo que yo tengo”.
museo de la calle. Cambalache en Bogotá, 1998
El museo rodante se aloja en un carro de balineras que transporta una colección permanentemente intercambiable. Como el mítico Argo (del griego “veloz”), la nave mitológica de Jasón cuyas piezas fueron todas reparadas y cambiadas a lo largo de toda su odisea, el carrito se recicla completamente. Este vehículo nos ha permitido atravesar diagonalmente realidades fuertemente estratificadas usando el juego y el regalo como tácticas de desterritorialización.
¿Hacemos el cruce? Volante 15 x 10 cm. Cambalache, 1998
Como se puede imaginar, a Cambalache no le gusta trabajar. Amamos lo que hacemos pero lo que nos gusta es el rebusque, hacer chanchullos y darle la vuelta a la tortilla. Estamos convencidos del potencial político que contienen la diversión y la risa. Como artistas individuales podemos desaparecer o multiplicarnos en el colectivo cuando sea necesario. Estamos en la búsqueda de un arte capaz de modelar el proceso de representar un futuro desconocido. Un proceso que muestre las contradicciones en las que vivimos para que puedan ser sentidas y comunicadas a un nivel cultural. Deseamos obtener, en vez del conocimiento abstracto y limitado que se da por suficiente, un conocimiento más respetuoso con nosotros mismos y las realidades que confrontamos cada día. A partir de ahí… todo.
Albert Camus expresó una vez que para ganar el futuro es necesario entregarlo todo al presente. La experiencia de estos proyectos de intercambio me llevan a darme cuenta que nosotros damos todo lo que hemos traído... pero sin saberlo, recibimos muchísimo más…
La proverbial hospitalidad de los nómadas del desierto se convierte en forma de vida a través de lo que llamo la magia saharaui del don. En esta sociedad donde casi no hay dinero y la economía se sostiene en la solidaridad y en la reciprocidad de la donación nos da la perspectiva para tomar conciencia de que el hecho de donar es una realidad cotidiana, y no sólo en los campamentos de refugiados saharauis sino en todas nuestras sociedades. En la experiencia del día a día, toda una “economía” de tiempo funciona alrededor de la donación. Decimos “Te doy los buenos días” al igual que regalamos una sonrisa o devolvemos la amabilidad. Si la mula Taína venía con intención de intercambiar, aquí nos han enseñado a dar. De todos los donativos que he recibido en el Sáhara, esté es quizás el más valioso ya que se trata de una revelación que contiene algo de sagrado, de mágico o de religioso y, por consiguiente, para reembolsar mi deuda debo propagar la buena nueva: el acto de donar existe.
Como explica Serge Latouche en La otra África, el acto de donar “existe incluso en el seno de la sociedad global y cruza de lado a lado la sociedad de mercado. Se trata de un fenómeno histórico de reacción social creativa e innovadora frente al fracaso del desarrollo. De hecho, el mercado absoluto no existe, ya que el fundamento del intercambio social no puede basarse en la ley de la oferta y la demanda”.
Valor. Acrílico / lienzo. 86 x 60 cm. Federico Guzmán, 2001
Me imagino la economía del don y la construcción de bienes comunes como un espacio donde la práctica artística puede encontrar un nuevo significado, ya que aborda los dilemas sociales profundos y sin resolver. En la actualidad, las iniciativas comunes son por necesidad micro-relatos, ampliados a los niveles de los barrios o comunidades más o menos pequeñas. Pero el micro -el relato íntimo- es el requisito previo para imaginar la escala macro. Aunque pueda parecer limitado trabajar en una escala local, es más realista que nuestra capacidad de hacer cambios a gran escala, y añadiría que debemos disfrutar trabajando a nivel local, mientras que todavía tenemos la libertad para hacerlo.
A medida que evolucionamos hacia nuevos modelos de valor y de cambio, es probable que la necesidad juegue un papel más importante que el altruismo. Hay que probar en el mundo real todo aquello que imaginamos y que todavía no hemos experimentado. Eso medirá la capacidad de supervivencia de las ideas orientadas al común.